Despedida

El sol aclara el cielo y los rayos atraviesan la ciudad todavía dormida. Las cortinas contienen el paso de los primeros destellos del día, un estrépito interrumpe el entrecortado sueño, indicando como ayer, y siempre, que son las 6:30. Me levanto y oigo apenas un susurro que por la costumbre se que significa "dame 10 minutos más", me lavo la cara, me aseo y me visto.Tomo el café con leche con dos tostadas y como todos los días después de un breve diálogo saludo con un beso y me subo al auto.
En el camino me percato que todos los días me detiene el mismo semáforo, veo el mismo señor paseando el mismo perro e incluso puedo reconocer algunos autos y sus patentes. En el estacionamiento elijo entre uno de los cuatro lugares de siempre, el que está disponible, saludo al cuidador y camino al trabajo. Esquivo los pozos prácticamente sin mirar, saludo al quiosquero y miro hacia el árbol de la esquina, particularmente deshojado y con dos nidos en su calva copa. Ingreso al edificio y me percato que subo las escaleras por el lado izquierdo porque el derecho está gastado, saludo al guardia, a los compañeros y llego a la oficina, acomodo mis cosas y reflexiono sobre los detalles que percibí hoy y eso inevitablemente me conduce a través del tiempo, recuerdo compañeros de trabajo, compañeros de cursado y amigos; es el mismo lugar que me vio trabajando, estudiando y hasta en una peña.
Contengo un suspiro y siento que una lágrima amenaza con iniciar un alud, extraño y siento nostalgia por los tiempos pasados, dudo de la firmeza de mi decisión...
Pero entiendo que las etapas se cierran y comienzan otras, como Ernesto Guevara cuando abandona Cuba o René Favaloro cuando retorna de Cleveland, los motivos son distintos pero el mundo está lleno de partidas, algunas quizás más trascendentes que otras...
Esta es mi humilde despedida, porque así es la vida...

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