Rodeado

Silenciosos e inmutables, esperan cada cual en su posición, sin alterar en lo más mínimo el entorno. La familiaridad del escenario relaja mi guardia y sin prestar mayor atención me conduzco por el sendero de siempre. Llego a la casa y nada llama mi atención, todo está en su lugar, todo está igual y es en ese momento en que me doy cuenta: ¡Estoy completamente rodeado!
Cuál ejercito de terracota, cada elemento de la casa me habla de un imperio pasado, de planes que se extendían por años, de ilusiones, de historias y momentos pasados, que quedaron seputltados... Todo está ahí, cada elemento representa un momento del pasado y cuenta historias de lo que ya fue.
Cierro lo ojos y me dejo inundar de recuerdos, suspiro por lo que pudo haber sido y no fue, y sigo recordando viejos momentos e ilusiones... Lloro en silencio, lloro por los buenos momentos que pasamos, por los errores que cometí y por todo aquello que hubiese querido que fuera y que no fue.
Ya afuera, el atardecer me ayuda a entender que todo termina y que a todo fin le sigue un nuevo comienzo, un nuevo día...


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