Para vos Hermano

Un apodo puede definir muchos momentos al mismo tiempo, todos juntos. La palabra por sí sola no tiene el mismo significado, pero cuando la uso para llamarte hablo de la vida y queda en evidencia que te conozco.
Te conozco desde que eras una lauchita escuálida, frágil e insignificante; una explosión de alegría subido a un pato amarillo en una calesita. Cuando andabas para todos lados con la Ale, cuando jugabas con Fiorela o con Agustina, Andrés y Elena. Cuando Don Rusciti venía a buscar a su Pino para que lo acompañe a hacer los mandados y te regalaba una pizza especial de Marimeli (sin huevo por supuesto). Cuando te burlabas de mamá porque no podía caminar bien, cuando protestabas para ir a la escuela, cuando me hinchabas para que te preste atención o cuando el viejo hablaba con su (gringuito) gringo. Mucha gente te busca con un apodo diferente: Pekerman, Pibin, Narigon, Mario, etc. En mi caso cuando digo tu apodo todos los recuerdos inundan mi mente junto, claro está, con el momento de shock en que te lo ganaste... ¡Cuando llegaste de Diamante con panza y cacheton!
Por más que adelgazaste, paso mucho tiempo y hoy como mínimo pesas 20 kg menos que yo, siempre te voy a decir GORDO, porque es mi forma de acordarme de vos desde el principio.
¡Feliz primer cuarto de siglo!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Úselo y tírelo

Viva Las Vegas

La Legi