Sierras santafesinas



Es una mañana fría y ventosa, camino por las calles del centro cuando un envoltorio de caramelo danzando al compás del viento se apodera de mi atención... Por unos instantes sigo con la mirada la trayectoria de ese trocito de plástico, que minutos antes fue arrojado a la calle por algún desconsiderado y que termina su viaje en un charco junto a una bolsa rota de basura sobre la vereda. Instantáneamente pienso en lo sucias que fueron las personas que arrojaron el papel, que sacaron la basura a deshora y quienes rompieron la bolsa para dejar todo desparramado... En mi arranque inquisidor me erijo como juez de una situación que considero intolerable, que desconocidos ensucien mi ciudad y que además nos expongan a todos descaradamente al contacto con la basura. Imagino castigos ejemplares para estas personas, obligarlas a que junten su basura y toda la basura de la ciudad por una semana o hasta un mes... Es imaginando el castigo cuando caigo en cuenta de que luego de juntar la basura la actividad que sigue es solamente esconderla de la vista. Por supuesto que los rellenos sanitarios constituyen una mejora sustancial con respecto al vertido sin planificación y a los basurales a cielo abierto. Pero como parte de la sociedad que habita en el gran Santa Fe debo sentirme culpable y bajarme del pedestal de juez, en el cual yo mismo me ubiqué, para entender que mi desinterés por el destino final de la basura es cómplice de la inacción, la contaminación y las malas prácticas en el tratamiento de los residuos sólidos urbanos.
Es para reflexionar, que a la mayoría nos baste solamente con que se limpien las calles y se envíen toneladas de residuos a un punto alejado, sólo de la vista, para afirmar que somos limpios y que la ciudad está limpia.
Se podría pensar que es un problema del gobierno, pero no. Es un problema de la sociedad en primera instancia, sólo cuando como sociedad seamos capaces de entender a la basura como una problemática que va más allá de la mera disposición final vamos a poder exigir a nuestros gobernantes que actúen en consecuencia.
Al abordar a la basura como problemática social debemos atacar varios frentes, el más urgente quizás es el consumismo desmedido que genera toneladas de artefactos superfluos cuya finalidad es ser vendidos y desechados. La obsolescencia programada, es otro de los grandes generadores de basura, artefactos diseñados específicamente para que se rompan en un período relativamente corto de tiempo para fomentar la compra de otro nuevo. La cultura del envase, que hace más atractivo un producto que se encuentre contenido dentro de varias capas de plástico, el uso de pilas descartables, etc. Los puntos de generación de basura son muchísimos y muchos de ellos se encuentran muy arraigados en nuestros hábitos y costumbres, por lo tanto no será una tarea sencilla, pero es importante comenzar e ir adoptando medidas en forma gradual. Afortunadamente ya se han dado algunos pasos en este sentido, como la separación de residuos y la prohibición de basurales a cielo abierto, pero es necesario aumentar nuestro compromiso y trabajar para impedir que las sierras santafesinas sigan creciendo.

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