Memorias de un Flaneur: Barrio Alfonso Primavera-Verano

Viene de: Memorias de un Flaneur: Revelación.

Reconstruir diálogos es una tarea complicada sobretodo cuando no se da en forma consciente y sólo quedan las emociones de lo que en su momento suscitó. En este sentido los diálogos con barrio Alfonso van a ser divididos en tres partes: Primavera-Verano, Otoño e Invierno, en orden cronológico.

La asimetría inicial era total, yo no sabía bien quién era todavía y del otro lado había un barrio gigante, en expansión. Esta es la época más apelmazada en los recuerdos y la que cubre un rango más amplio, desde mediados de la década de los 80 hasta entrados los años 2000.

Desde siempre el barrio tuvo un aire un tanto ambiguo, super amable durante el día y la tarde, pero completamente hostil durante la siesta y la noche. En particular la siesta, no había movimiento, todos los locales cerrados el aire caliente y pesado (casi todo el año), el brillo intenso y el peligro. El mensaje era claro, no había que salir a la siesta, te robaban la bicicleta, los juguetes, lo que sea. La situación cambiaba radicalmente alrededor de las 4 de la tarde, las calles se llenaban de gente, los negocios abrían y volvía la vida.

Si bien nunca fue un barrio que se pueda decir atractivo, su cercanía al centro le da una ventaja con respecto a otros barrios del Oeste. Pero a la vez, este hecho era su peor enemigo porque nunca recibió inversión significativa en espacios comunitarios de calidad como parques, plazas, bibliotecas o cualquier cosa. A pesar de todo esto tenía mucha vida, los vecinos solían estar en la vereda, los chicos jugábamos afuera y prácticamente nos conocíamos todos, como una gran comunidad. En la época de carnaval, los adultos pensaban dos veces antes de salir caminando porque era frecuente que los mojáramos con bombitas o baldazos de agua. Incluso jugar al carnaval era ambiguo en la relación con el barrio, porque los vecinos (o al menos los chicos) lo disfrutábamos pero era una pesadilla logística encontrar y hacer uso de las pocas canillas en el barrio con suficiente presión de agua para inflar las bombitas.

Siempre era así, al borde, rudimentario y escaso. Un barrio muy golpeado por el menemismo que veía sus espacios y la calidad de vida de sus vecinos deteriorarse con el tiempo. Aún así, había gran variedad de locales comerciales, hasta teníamos nuestra heladería del barrio, que se traducía en movimiento y en última instancia en comunidad entre los vecinos.

En resumen las sensaciones de este período se caracterizan por una relación ambigua, en donde por momentos el barrio nos invitaba y por momentos parecía querer expulsarnos. Todo esto, compensado fuertemente por la energía de los vecinos que nos resistíamos a dejar caer el lugar y nos esforzábamos por darle vida.

Sin embargo la primavera-verano llegaría a su fin, para darle paso al Otoño...

Comentarios

  1. 👏🏻👏🏻👏🏻

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  2. Noooooooooooooo! Queremos conocer el otoño en el barrio Alfonso!!!

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. La ambigüedad dulce de los primeros años

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