Segunda feira na praia
Olha
que coisa mais linda… Acaricia suavemente el Sol mi espalda
desnuda, nado tranquilo por el mar picado, el día es precioso y a
pesar de ello, son pocas las personas que pudieron romper la rutina
de la semana y escaparse a la playa. Juego tranquilo con las olas,
que ya rotas y mansas llegan hasta la orilla, me dejo mecer por el ir
y venir del agua, me relaja su agradable murmullo. Relajado y
confiado, decido aumentar la apuesta y nadar tranquilo hacia donde
rompen estas magníficas y gigantescas olas. En mi descuidado nado no
tomo dimensión del tiempo ni del entorno, hasta que me veo
precipitado hacia el punto exacto en donde estallan las olas. En un
instante de lucidez, buceo y logro esquivar una ola enorme que rompe
pocos centímetros detrás de mí. Sin embargo, mi falta de respeto
hacia el coloso se pagaría sólo un segundo después, cuando al
intentar emerger a la superficie me impacta una segunda ola del mismo
tamaño que la anterior…
É
a noite, é a morte, é um laço, é o anzol… La sensación es
horrible, entra agua por mi nariz y me encuentro girando sin ejes
definidos arrastrado por una fuerza gigante, inconmensurable. Al
principio, como acto reflejo, intento luchar contra la corriente,
inútil esfuerzo de esta triste hojita contra el furioso vendaval. En
un arrebato de consciencia, logro serenarme y me dispongo en modo
boya, ya no lucho contra el embate de la ola y logro acomodar mi
cuerpo en posición vertical. Me impulso desde el fondo y consigo
hacer emerger mi cabeza fuera del agua, instantáneamente me golpea
una nueva ola. Afuera, en la playa, todo es Sol, fútbol, caipiriña
y alegría, nadie siquiera imagina cuan cerca se haya la tragedia;
dentro del agua, sólo la negrura y la confusión, preso del pánico
me esfuerzo por erguirme, para en posición vertical respirar, pero
mis pies ya no tocan el fondo, no puedo dimensionar ni el tiempo ni a
qué distancia me encuentro de la orilla. Me obligo a tranquilizarme,
logro percibir un estruendo y siento que me acelero con el agua, me
comprimo y súbitamente me estiro, logro impulsarme desde el fondo…
Tristeza
nao tem fim, felicidade sim… Consigo emerger, lanzo el aire que
me queda en los pulmones por la nariz junto con el agua de la primer
ola, acto seguido lleno mis pulmones con todo el aire que puedo
acaparar. La calma se esfuma de repente cuando soy golpeado por una
ola en el lado izquierdo de mi cuerpo, la cuál prácticamente me
arranca la malla. Soy arrastrado girando, supongo que hacia la
orilla, me estiro de golpe pero mis pies no tocan el fondo ni salen
del agua, en cambio mi brazo derecho golpea fuerte contra la arena.
Completamente desorientado y a estas alturas desesperado intento
vanamente acomodar el cuerpo, pero es inútil, soy arrastrado junto
con la arena al antojo del mar. Habiendo perdido la noción del
tiempo por la desesperación, intuyo que mi única opción es
comprimirme para evitar seguir golpeándome contra el fondo y esperar
hasta sentir la desaceleración de la corriente de agua…
Agora
eu já sei, da onda que se ergueu no mar… Entregado a una danza
que me es impuesta y me somete por completo logro enfocar mis
sentidos para detectar el momento justo de la desaceleración. Al
percibirlo, me expando rápidamente, con la cabeza ya fuera del agua,
respiro y abro los ojos instantáneamente para observar la nueva ola.
Nado con todas mis fuerzas y alcanzo a pasar por debajo de la misma
antes de que rompa, recupero la superficie lo más rápido que puedo
para detectar y esquivar las nuevas olas que vienen detrás.
Finalmente, consigo acomodarme detrás de la tercer o cuarta ola que
esquivé desde que logré salir del vórtice y aprovecho su fuerza
para nadar hacia la orilla, salgo del agua como si nada hubiese
ocurrido, aunque estoy exhausto y el atronador latir de mi corazón
no me deja escuchar nada más, ni el mar, ni a las personas, ni
autos, nada, sólo su estruendoso batir…
Por
um momento de sonho… Me arrojo en la arena para descansar y
calmarme, cierro los ojos, respiro profundo, trato de repasar lo
ocurrido, me entreduermo por 10 o 15 minutos, no lo se bien. Me
despierto y me siento en la arena, cuando por fin recupero el
control sobre mí, abro los ojos y noto que todo en la playa sigue
exactamente igual, mi tragedia personal no inmutó en lo más mínimo
la soleada y tranquila tarde, sólo el gusto a sal en la boca
atestigua que no se trató de una horrible pesadilla.
Comienzos
de párrafo:
1
Fragmento de “Garota de Ipanema” de Roberto Carlos y Caetano
Veloso.
2
Fragmento de “Águas de Março” de Tom Jobin.
3 y
5 Fragmento de “A Felicidade” de Tom Jobin.
4
Fragmento de “Vou te contar” de Tom Jobin.
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